Dame pan y llámame tonto
Mariano Ferrer
Una vez que EHAK nos privó de la incertidumbre del resultado, el Pleno de Vitoria no parecía tener otro interés que el anunciado voto dividido de Ezker Abertzaleak les hacía tomar la palabra con quienes con quienes estaban a favor o en contra del proyecto de ley de consulta (lo hicieron con quienes estaban en contra), si María San Gil subía a la tribunta (no lo hizo, y las cámaras recogieron su actitud de profundo abatimiento), y evaluar el progreso de Patxi López en su pose de candidato a Lehendakari (estuvo suelto, con buen manejo de la retórica y un más que correcto inicio en euskera).
Sin embargo, la sesión misma resultó más larga y más interesante de lo anticipado. Fue también un pequeño galimatías, tanto en los votos emitidos como en los argumentos. Así, PNV, EA, EB y Aralar votaron SI a la ley de consulta para votar que SI a la iniciativa negociadora que la impulsaba; PP votó que NO a la ley y a la iniciativa; PSE votó que NO a la ley y la iniciativa para votar que SI al diálogo, al acuerdo y a la convivencia, y Ezker Abertzaleak votó que SI a la ley diciendo que NO a la iniciativa que la sustenta. Y a la hora de los argumentos, mientras PP y PSE adujeron para decir que NO que la iniciativa ponía patas arriba el ordenamiento jurídico, EHAK sostuvo que suponía someterse a ese ordenamiento; y mientras el tripartito justificaba el SI para abrir la puerta al derecho a decidir, EHAK lo hacía para demostrar que no se puede abrir esa puerta.
Lo más interesante del debate fue la contraposición entre legalidad (el ordenamiento prohibe la consulta) y democracia (que la debiera permitir); la constatación de que los proponentes de la iniciativa no han sabido transmitir su sentido a la ciudadanía de la forma que lo hicieron en el Pleno (¿estaban suficientemente convencidos cuando le dieron curso?), y los dos planos tan diferentes en que se ha desarrollado el debate (lo que el texto de las preguntas dice y la intención política que cada uno le atribuye, dar la palabra a la ciudadanía o introducir en el ordenamiento jurídico el ámbito vasco de decisión). La principal carencia de la sesión fue que PSE y PP no se vieran apremiados a declarar cuál es, aparte de rechazar la consulta, su posición respecto de las preguntas.
Al final, las cosas siguen como estaban, con los partidos bloqueados en torno a la existencia, naturaleza y solución del conflicto político vasco, y abocados, dada la decisión del Gobierno español de bloquear la consulta, a dar la palabra a los ciudadanos en una convocatoria electoral ordinaria para establezcan una nueva relación de fuerzas desde la que retomar el debate.
Desde este punto de vista disiento de que la decisión de EHAK de dar paso a la ley haya sido la más dañina para el PNV o el Lehendakari. Se argumenta que es humillante para el Lehendakari recibir el voto decisivo de quienes rechazan su iniciativa. Lo humillante hubiera sido que el proyecto en torno al que ha construido toda la Legislatura hubiera sido rechazado no en Madrid sino en su propio Parlamento. Ibarretxe hubiera tenido que dimitir y el PNV un problema de mil pares. Dame pan y llámame tonto. Ahora el Lehendakari tiene la manija de las elecciones, y el PNV tiene la oportunidad de construir un discurso que conjugue su apuesta por el derecho a decidir con su defensa de la Lehendakaritza. ¿Que qué van a hacer para mantener abierta la puerta a la decisión de los vascos? Pues eso, tratar de ganar las elecciones.
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