Bienvenido, mister Barak Obama

Bienvenido, míster Obama
Patxi X. Lasa

La elección de Barack Obama como presidente de los EEUU debemos considerarla, sin ningún género de dudas, como un hecho político transcendental y de enorme repercusión para el futuro de la ciudadanía norteamericana así como para gran parte del mundo.

Transcendental y de enorme repercusión no porque Barack Obama sea un peligroso izquierdista, que no lo es, o porque pretenda un cambio inmediato y radical del actual modelo político y económico, que tampoco lo ha dicho ni hará, sino sobre todo, por el tiempo y la forma en que se ha producido su victoria y por la esperanza e ilusión social que ha generado su mensaje de cambio en la parte más desfavorecida de la sociedad y que en el futuro puede posibilitar una mayor presión y una mayor profundización en la transformación y avances sociales que necesita la sociedad norteamericana.

Debemos recordar, en primer lugar, que el destino de millones de personas que viven tanto dentro como fuera de los EEUU están y van seguir estando, en los próximos años, en manos de los que toman las decisiones en EEUU, por lo que la elección de Barack Obama pone fin y alivio a casi una década de gobierno de la administración de George Bush, un administración déspota e imperialista que será recordada en el ejercicio de su quehacer político como uno de las administraciones más sangrientas, ultraconservadoras y antisociales de la historia reciente.

En segundo lugar, señalar que la candidatura y posterior victoria de Barack Obama, primer presidente “no blanco” de los EEUU, ha sido posible gracias a una movilización y a una participación ciudadana sin precedentes en los últimos años, que ha dado como resultado una participación electoral histórica de los que nunca votan y que solo ha sido posible gracias al apoyo expreso y mayoritario de la comunidad afroamericana (90 % de apoyos), de los hispanos (70 % de apoyos) y de una amplia mayoría de la juventud y de la clase trabajadora, en definitiva, de la mayoría de la sociedad civil norteamericana.

También creo que es necesario dejar constancia y en tener lugar, que la victoria de Barack Obama es la victoria de muchos americanos y americanas que desde hace decenas de años han luchado y trabajado por la igualdad y el respeto a los derechos humanos en los EEUU; de muchos de los que día a día han luchado y seguirán trabajando en sus comunidades por acceder una sanidad pública de calidad que les posibilite una mayor esperanza de vida (32 millones de norteamericanos/as no llegan a los 60 años); de muchos de los que aspiran y traban por una vida digna y confortable (45 millones viven bajo el nivel de pobreza) o de los que reivindican y trabajan por una educación accesible (52 millones de norteamericanos/as son analfabetos); la victoria de Barack Obama es la victoria de los que han trabajado y sin duda seguirán trabajando en los próximos años para que las relaciones entre los países se fundamenten en el respeto, la solidaridad y el entendimiento entre naciones, compuesta por hombres libres, en paz y sin violencia.

Por último, reconocer que el discurso y los mensajes electorales de Barack Obama han estado cargados de propuestas claramente progresistas: su convicción en la necesidad de reordenar las prioridades de los fondos públicos y comprometer a las instituciones públicas en la atención de las necesidades de la sociedad por encima de los intereses del gran capital; sus críticas a los excesos del neoliberalismo y de la especulación financiera; su compromiso a retirar las tropas de Irak en el año 2.010; su énfasis en la necesidad de privilegiar el diálogo por encima de las medidas de fuerza; su apuesta por la eliminación de las armas nucleares; la posibilidad de poner fin al embargo y cerco de Cuba y a clausurar la prisión de Guantánamo; su compromiso en la lucha contra el hambre, la pobreza y la enfermedad en todo el mundo y un largo etcétera hacen pensar que sin esperar cambios radicales en el ejercicio del poder de los EEUU, con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, sería injusto no reconocer las marcadas y positivas diferencias políticas y humanas entre el triunfador de los comicios norteamericanos y sus predecesores, particularmente con Ronald Reagan y George Bush.

A su favor su energía, su estilo, su capacidad de comunicación y de generar una posición mayoritaria en la sociedad norteamericana a favor de la esperanza, del cambio y del entendimiento entre los pueblos en la búsqueda y construcción de un mundo mejor y más estable.

En su contra esa inevitable prepotencia y complejo de superioridad que todo norteamericano parece tener, que también ha aparecido en alguno de sus discursos, pero sobre todo, la radical oposición que va a sufrir por parte de los poderes económicos más neoliberales y lobis de presión ultraconservadores de los EEUU.

A corto plazo dos asuntos van a ser claves para una mayor evaluación y credibilidad de sus posiciones y de su acción política, por una parte, la posición que finalmente tome EEUU en las guerras de Irak y Afganistán, y por otra el contenido real de las medidas económicas y sociales que tendrá que poner en marcha ante la grave crisis que vive y padece la sociedad norteamericana.

Mientras tanto, y pese a mí relativo pesimismo sobre la condición humana y su capacidad de autodestrucción, en este mundo tan lleno de incertidumbres estoy seguro que somos muchos los hombres y mujeres progresistas y de izquierda a los que nos gustaría ver a EEUU compartiendo problemas y arrimando el hombro.

La posición, los instrumentos y los recursos con los que va a contar Barak Obama para sumarse y trabajar por una transformación global a favor de la mayoría y por mundo más sostenible son extraordinarios y en cualquier caso que EEUU se humanice es esperanzador para todos, la oportunidad de Barack Obama para posibilitar otro mundo posible, es inmejorable. El tiempo lo dirá y actuaremos en consecuencia, mientras tanto y no demuestre lo contrario, bienvenido, míster Barack Obama.

Crisis, la conjura de los necios

Crisis, la conjura de los necios
Manuel Velasco

Crisis, palabra que hoy de todas y todos está en boca, vocablo que esconde un burdo engaño. Crisis es un punto de transmisión del mecanismo económico que se acciona por ciclos a lo largo de nuestra historia industrial, componente que, lejos de derrumbar, SOSTIENE al sistema capitalista.

Nuestros magnates descubrieron hace ya mucho tiempo que, en épocas de pleno empleo, cuando se respetaba el equilibrio de una producción bajo demanda, de consumo ajustado a necesidades relativamente naturales, la clase trabajadora, sin miedo al despido, sin temor a que otros competidores usurparan empleos bajo condiciones menos dignas movidos por la necesidad, ganaba terreno en salario y derechos, armonizando un reparto más justo de la riqueza, al que se deben conquistas como la sanidad y la educación, pensiones de jubilación, prestación por desempleo, cobertura de bajas laborales…

Estas victorias de la clase trabajadora suponían para la troupe acaudalada una moderada deducción de las plusvalías empresariales, algo inaceptable para un modelo basado en las ganancias y la acumulación de capitales que, bajo el punto de vista de sus teóricos, paraliza la economía y la productividad, llegando a considerar a las personas trabajadoras como aquellas susceptibles de chupar del bote, siendo la viceversa para la clase empresarial y financiera, definiéndola como aquella dispuesta a poner en riesgo sus activos, gente emprendedora que son el auténtico motor de la sociedad y el progreso.

Pues se equivocan. Nuestro nivel de progreso material, insostenible en términos humanos y medioambientales, se debe por desgracia al proletariado. De toda la vida el trabajador ha mantenido al patrón, ténganlo en cuenta. Se trata pues, de que parezca lo contrario. Provocar una guerra encubierta no declarada en aras de justificar lo injustificable. Y qué mejor que una crisis para armarla del fetén. Toda guerra pues, necesita un ejército. Eso es, un ejército de parados, que ya ha reclutado en el Estado a más del 12 % de la población activa y sigue tal que así, y así procede infiltrar e instruir al enemigo en casa, una guerra civil, jugada magistral. Con recortes sociales y despido barato el miedo a la exclusión asoma y nos degrada como personas que competimos con el prójimo por ver quien se prostituye más. Por eso tan sabido es, que a menudo el perro, amén de ser sumiso, tiene que parecerse al dueño. Fue por ello que triunfaron los sindicatos de servicios, el “responsable” y “sano” espíritu de concertación y todas esas pamplinas, medallas de Navarra y elefantíacas subvenciones, toda una ofensa al buen gusto y la decencia cuando vemos los lamentables resultados, como diría el genial Ignatius Reilly, faltos de teología y geometría, donde la precariedad es una metástasis que se propaga por doquier, desplazando con ello a los sectores más vulnerables de la sociedad a niveles de supervivencia extrema, entre los que cabe recalcar a inmigrantes, mujeres y jóvenes, así como a los señores Don José María Fidalgo y Don Cándido Méndez, incluidos este par sin par por error tipográfico.

Nuestro sistema de producción y mercado, en continua evolución basada en procesos de racionalización irracional, se muestra mucho más eficiente en términos de resistencia sobrehumana al trabahard que otras fórmulas hoy más en desuso como el feudalismo o la esclavitud. Estos modelos obsoletos de servidumbre adolecen de “concesiones” como la posibilidad de una alimentación sana que concede el salario, o el amparo de una sanidad pública, que otorga salud de resistencia laboral, sanidad pública que, dicho sea de paso, por renovados ideales mercantilistas, está tocando a su fin con la Directiva Bolkestein, aplicando una vez más la receta del ¿Dios aprieta pero no ahoga?, pues habría que ver entonces al buen Jesús cómo se las compone para caminar sobre el agua al cuello, sirva esta parábola para avisar del próximo desmantelamiento de los servicios públicos que planea la Unión Europea.

Decía antes de la digresión, que la crisis es un mecanismo que sostiene al sistema capitalista. Se trata de sobreproducir y fomentar el hiper-consumismo (la clase media asalariada ha sido una víctima hipotecada por un modo de vida ficticio durante los últimos años), que parezca que existe demanda y obtener así variaciones al alza en los valores de las materias con los que especular, y si explota, que ya lo sabían, no importa, que ya arreglaremos cuentas con los más desfavorecidos, con la inestimable ayuda de los gobiernos electoralmente subvencionados, cogidos por los güevos, demostrando que fue antes la cobarde gallina que el huevo, antes la sumisión que el embrión del cambio, donando fondos públicos a la banca en cantidades gastronómicas, mientras millones de personas se mueren de hambre en el mundo. Eso es, los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el Protocolo de Kyoto llevan estancados tiempo ha, teniendo por sombrío contraste cómo se suceden a velocidad de vértigo conferencias a tutiplé para salvar sus culos. A nadie ya le choca pues que nuestro Zetaprogre sea uno de ellos, ese que ahora pugna por una butaca en la Cumbre del G20 para impartir clases de socialismo, palabras que cada vez que escucho de su boca, siento que se me cierra la válvula pilórica.

Lo de la contribución estatal al sector financiero entraña una extraña coexistencia de conceptos. El liberalismo globalizador, quien se opone al intervencionismo del Estado porque entorpece los movimientos de su libre mercado, ahora pide que participe con dinero público en términos de concesión de avales y adquisición de activos. Se puede entender mejor de una manera más simple: Doña Blanca, trabajadora que necesita dinero para acceder a una vivienda, se acerca al banco para solicitar un préstamo. Don Emilio, el señor de la entidad de crédito, que no se fía de ella, no le concede la hipoteca, y es quien de rebote le pide otro préstamo mucho más gordo a Doña Blanca y al resto de contribuyentes, que sí se lo otorgamos, aunque no nos fiemos tampoco de ellos, visto el sancocho que han montao. Así, Don Emilio, el diablillo de SATANDER, se pone las botas, buen botín para Emilín y sus coleguillas de la banca, que saquean a mares como Piratas del Caribe.

Lo peor de esta trama es que cada vez sorprenda menos que partidos o coaliciones de “izquierdas” asuman y regalen su voto delegado a favor de estas medidas, como es el caso de NaBai. Que no se sorprendan pues, de seguir así, surcando a favor del viento, del naufragio que les espera cuando se vean a ojos de su electorado a culo pajarero, con las nalgas al descubierto, mostrando ese pseudo-clientelismo de chichinabo. El modelo económico neoliberal se valora como el único en la lógica de la democracia partidista, no hay opción fuera de él. Estamos acostumbrados a ver grandes plantes, rupturas y debates dentro de los partidos en torno a concepciones territoriales, estatutos autonómicos, consultas y financiación, pero nada de esto se da cuando lo que está en juego es la misma raíz del actual orden de las cosas. Así, sólo cabe esperar el abordaje y entregarles el cofre a los piratas.


El mund OBAMA l

El mund OBAMA l

Que algo cambie para que todo siga igual, alternancia en el poder ... Son viejas fórmulas ya utilizadas para revestir la imposición de un pequeño halo de democracia, sobre todo en los regímenes occidentales. A pesar de que en estas latitudes la ciudadanía cada vez lo es un poco menos, de que se encuentra más lejos de los centros de toma de decisión, de que los programas electorales que le dan a elegir son casi clónicos en lo fundamental y de que las cosas van cada día un poco peor en lo que se refiere a vivienda, servicios públicos, pensiones, condiciones de trabajo, etc; se empeñan en hablar de la grandeza de esta democracia, fuente de libertad y prosperidad.

Si nos situamos en la llamada “democracia más antigua del mundo”, la de los EEUU, la cosa toma los tonos más extremos. La inmediatez de lo mediático, la necesidad de grandes capitales mecénicos y la mercadotecnia en la política-producto, marcan las campañas electorales y por lo que se ve, también el sentido del voto. Todo el mundo parece saber que obtenga la victoria un partido u otro, los ejes de la política, tanto interior como internacional de este país, variarán muy poco. De ahí que la victoria de Obama parezca algo cantado y aceptado incluso por el partido de G. W. Bush. Es como si a los republicanos les hiciera falta que alguien ponga fin a los desmanes más atroces que han cometido y lleve a cabo el cierre de Guantánamo o la retirada de las tropas de Irak, ya que ellos no pudiendo asumir tal retroceso en sus posturas tampoco pueden defender su continuidad en la práctica. Después de tantos años en el poder, tal vez ya tengan todos los negocios hechos y ahora toque llamar al cambio para que se “democratice” todo esto.

Cuanto más se acerca la fecha de los comicios más moderación muestra Obama, aunque no deje de ser curioso que cuando el candidato resulta ser más tolerante con la guerra o con la pena de muerte, lo que observamos es tibieza política en lugar de un peligrosísimo extremismo. Barack, que renunció a la financiación pública de su campaña para poder aceder a mayores ingresos privados, anuncia por un lado su cercanía a Israel. Sus críticas a Irán hacen que un futuro escenario de guerra sea creíble. Reitera la conveniencia de la continuidad del embargo a Cuba. Ha apoyado junto a su opositor Mc Cain, sin fisuras, el plan de G. W. Bush para salvar del abismo al capitalismo especulativo más voraz. Por otro lado, no convence a la comunidad negra organizada que ve en el color de su piel algo casual y no un negro esperanza. Se abren muchos interrogantes: ¿Qué ocurrirá con la sanidad y la educacón?, ¿qué modelo de energía prevalecerá?, ¿qué política armamentística, de fronteras y penitenciaria defenderá?, ¿qué papel jugará la CIA?. Ni el más ingénuo desconoce las respuestas.

Realmente, debemos desconfiar de cualquier cambio social que no venga de la mano de mayores cotas de organización, control y compromiso populares, pero qué vamos a contar si por estas tierras sabemos de sobra cómo funciona esto del cambio tranquilo: reformas progre-estéticas y profundización neoliberal. No obstante y por si queda alguna duda, ZP está tratando de dejar claro que Obama es su hombre en EEUU, inestimable aval de su talante. Con su insistencia, tal vez nos logre convencer, en plan ZP de la Calzada, de que Al Gore es algorrr, pecadorrrrr!!.


Colectivo Malatextos

Escoltas, Justicia y cintas de video

ESCOLTAS, JUSTICIA Y CINTAS DE VIDEO. (Original incluidas aportaciones Iñaki, Urtasun y Txema)


¿Cuál creéis que sería el resultado penal de salir a la calle armado, comenzar un tiroteo y herir a dos personas? Pues se ve que si eres escolta, el resultado es de libertad sin fianza, por más que existan grabaciones hechas por cámaras de seguridad que demuestran, cómo tú comenzaste el tiroteo tras una discusión. Y es que ya se sabe que este tipo de individuos, hombres y mujeres de acción al más puro estilo far-west pero de modales exquisitos y humildad aparente, tiene el equilibrio y el carácter necesario para ir armados por nuestras calles. ¿Los tienen?

Hay quienes creemos que no, y manejamos la teoría de que es una forma de ganar una cantidad de dinero, que atendiendo a la preparación y curriculum de los aspirantes a escolta, sería imposible de conseguir a través de un proceso de oposición, por poco exigente que éste fuera. Hablamos de 3000-4000 euros al mes. ¿Hay alguna persona con estudios universitarios en la sala que alcance estas cantidades? Nosotros al menos ni de lejos… Les gusta vivir bien pero sin mucho esfuerzo, y ésta es una buena salida, si las pruebas para convertirse en “hombre de la ley”, el color del uniforme es lo de menos, no han salido todo lo bien que ellos esperaban. El riesgo real al que se enfrentan, al menos para su esquema mental, es perfectamente asumible y porque no decirlo, les encanta ir armados y que tú, al cruzarte con ellos por la calle, lo sepas.

¿Se podría decir que están hechos de otra pasta o que son héroes anónimos que entregan su vida por la libertad y la democracia? Para muchas personas la respuesta es un no rotundo. Se les ha otorgado un poder que escapa a su capacidad de gestionarlo; pero lo peor de todo esto, es que disfrutan de una impunidad que los hace mucho más peligrosos si cabe. Te dicen por donde puedes pasar; te miran con recelo o con soberbia en función de la situación y, sobre todo te hacen saber a cada momento que son más que tú. Estudios estadísticos han demostrado cómo una persona habituada a llevar armas, desarrolla más instintos agresivos y comete más delitos que otra no habituada; también dejaban patente que el nivel de delitos en ese tipo de “profesiones” es más elevado que en otras. Y es que, Evaristo ya puso música a un pensamiento popular, en su tema “Underdog,”: “[…] ponle una gorra a un tonto...”. Pues eso!!

el morbo del Aberri Eguna

El morbo del Alderdi Eguna
Mariano Ferrer

Pasó el aniversario del 11-S y trajo novedades: la zona cero de Estados Unidos es ahora Wall Street, los bomberos son los jefes de la Reserva Federal, y a los que han hecho temblar los cimientos del capitalismo americano, en vez de mandarles los marines como a Bin Laden, les compran la deuda con el dinero de los contribuyentes. Así las cosas, escribe Ash Garton que los americanos apenas hablan ya de la guerra contra el terror, pero nosotros repartimos el tiempo entre las noticias sobre la crisis económica y las sentencias del T.S y de la A.N.
Esta semana acarreaba dos asuntos de la anterior: la sentencia del T.C. sobre la ley de Consulta y la de la Corte de Luxemburgo sobre el Concierto. Con el viento ya decididamente en contra, el Lehendakari sigue tirando del pelotón pero el PNV apenas disimula que no disputa la etapa de la consulta. La preocupación de ahora es el bienestar de los vascos, ha dicho Urkullu retomando aquella apuesta del Arriaga por el nacionalismo del bienestar que hizo años ha un Arzalluz que ahora, ironías de la política, habla en la radio de volver a las barricadas. A lo dicho por Urkullu añadió Erkoreka el epitafio: la consulta es una idea original que no ha tenido recorrido.
Roma locuta, causa finita, pero me niego a enterrar la consulta sin recoger un pensamiento de Pello Salaburu: ha triunfado la ley más que la democracia, porque un sistema democrático es perfectamente compatible con una legislación que permita realizar consultas. Lo que queda pendiente, y no es cuestión menor, es la influencia que los criterios expuestos por el T.C. vaya a tener en su decisión sobre el recurso contra el Estatut catalán. Frente al argumento de Miguel Roca en “La Vanguardia” de que lo establecido sobre la consulta de Ibarretxe no puede ser un precedente para el Estatut que “obtuvo mayoría abrumadora en el Parlamente, fue ratificado en las Cortes y aprobado por referéndum en Cataluña”, Miguel Angel Aguilar opina en “El País” que hará falta un encaje de bolillos para que algunas de las afirmaciones del Estatut pudieran pasar las líneas rojas que acaba de trazar por unanimidad el TC.
La decisión de Estrasburgo sobre el Concierto, que a la larga puede ser más importante que la del T.C. sobre la consulta, ha dado en cambio poco juego. En España se acata sin entusiasmo; el respeto a lo legislado se conjuga con la sensación de que el Concierto es un chollo a revisar, y habrá que ver de qué manera evoluciona. De momento, Solbes ha frenado la pretensión de blindarlo: tiene problemas jurídicos, dice. Las que sí se cumplen ipso facto son las sentencias que ponen a ANV y EHAK fuera de la ley, y la que define a Gestoras como organización terrorista. Estaba cantado, proclaman; se ha demostrado la superioridad del Estado de Derecho, Rubalcaba dixit. Depende, claro, de la idea que uno tenga del Estado de Derecho.
Hago mío el reparo de Elorrieta ante la manifiesta indefensión de los acusados en unos procesos judiciales para nada inmunes a la arbitrariedad. La ley de Partidos que ha servido para ilegalizar, en serie y a la carrera, las marcas de la izquierda abertzale, es un comodín que permite trazar la raya de la legalidad “según conviene a la jugada” (lo de ANV y EHAK atufa a rebote de un Zapatero despechado que se la tiene jurada a quienes le dejaron colgado de la brocha en la T-4), y la asunción por parte de la Audiencia Nacional de la tesis garzonita --todo es ETA y para derrotarla es preciso desarticular todas las organizaciones que se sitúan en su onda ideológica de confrontación con el estado-- da vía libre para soslayar que el Código Penal exige pruebas fehacientes individualizadas del delito para una sentencia condenatoria. Los dirigentes de Gestoras han sido condenados por serlo, la Audiencia sumerge en el colectivo estigmatizado a las personas individuales, extiende a límites inverosímiles el concepto de terrorismo desarmado, y no se molesta en especificar quién, cuándo y dónde ha cometido cada persona los delitos atribuidos a la organización. La izquierda abertzale emplaza a la sociedad a reaccionar, pero temo que nuestra historia reciente demuestra que a falta de reciprocidad, la solidaridad invocada se atrofia en la indiferencia.
Y el domingo que viene, Alderdi Eguna. La prensa, con Vocento a la cabeza, presiona para que el PNV cambie de cabeza de cartel electoral con un reguero de noticias que reflejan la incomodidad del partido con los errores de bulto en la gestión de la consulta. Ignacio Arregui escribe que nada hay más trágico para un partido nacionalista que hacer imposible la nación con planteamientos radicales e infantiles que lo que hacen es dividirla. José Luis Zubizarreta da a entender que la gestión de Ibarretxe ha llevado a la ciudadanía del entusiasmo al aburrimiento, y que está a un paso de transformar su hartazgo en pulsión efectiva de cambio.
El último discurso formal de Urkullu no cimentó desde luego el suelo de Ibarretxe. El País entendió que su continuidad es ahora un debate abierto, y Gara que no sólo quedaba en el aire Ibarretxe sino también la ponencia política aprobada en la última Asamblea. La ponencia señala como objetivo del PNV un marco que recoja en sus textos políticos básicos el derecho pleno del Pueblo Vasco a decidir su futuro. Urkullu dijo, en cambio, que el objetivo fundamental es conseguir las mayores cotas de autogobierno posible. Al presidente del EBB le ha molestado que “Gara” precisara que en su largo discurso no hizo una sola mención al derecho a decidir. Es cierto que no lo hizo, pero habló de “ser dueños del propio destino”, “que nadie nos impida nada” y que “no renuncia a los principios que amparaban la Ley de Consulta”. El propio Ibarretxe le echó un capote: hay sintonía entre el mensaje político de Urkullu y el suyo propio porque ambos reclaman mayor autogobierno para vivir mejor, lo que implica el derecho a decidir. Que nadie busque tres pies al gato.
Convincente o no, las dudas se acrecientan al haber incluido Urkullu al Lehendakari como uno más en la designación de candidatos (“nos gusta consultar a quienes están al frente de las instituciones, ver si se sienten con fuerzas”) y señalar que, además del candidato, es importante el proyecto que presenta el PNV que no contempla arriesgar el futuro con costosas apuestas. Ibarretxe pareció adelantarle la respuesta al día siguiente en Euskadi Irratia: dijo que sigue “ilusioz beteta”. A pregunta pública, pública respuesta, apostilló Arzalluz, pero añadió: veremos en el Aberri Eguna qué preguntas y qué respuestas hay. Por eso, el Alderdi Eguna del próximo domingo es una cita con morbo. No es probable que nos saque de dudas, pero será un buen termómetro para calibrar la sintonía del EBB con el Lehendakari, y de la militancia con ambos.

Mariano Ferrer

De cabeza a la consulta... electoral

De cabeza a la consulta... electoral
Mariano Ferrer

Pensaba esta semana en el cúmulo de actos fallidos que se han dado en este comienzo de curso y que, a modo de cohetes de feria, les han estallado en la mano a quienes los han querido encender: Ibarretxe y su denuncia en Estrasburgo a cuenta de la consulta, Corbacho y los contratos de emigrantes en origen, Sanz y su amago de pactar los presupuestos con el PSOE, Zapatero y su comparecencia en el Congreso sobre la crisis económica, entre otros. En esas estaba cuando, casi a la vez, han llegado la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la Ley de Consulta y la de la Corte de Luxemburgo sobre el Concierto Económico. Así que los actos fallidos pueden esperar, porque habrá más.
Una primera reflexión sobre las sentencias tiene que ver, inevitablemente con la judicialización de la política dado el sinnúmero de cuestiones políticas que acaban en los tribunales. O el sistema tiene demasiados cabos sueltos, o los políticos no saben resolver los problemas de fondo. Arzalluz decía en Herri Irratia a propósito de la resistencia del Gobierno a blindar el Concierto, que al poder central no le interesa cerrar determinados temas para tener hilos a los que agarrarse y, dependiendo de la coyuntura, dar o quitar. Pero esta incursión de los tribunales en cuestiones de soberanía política y fiscal tiene otro ángulo interesante. Dejan en evidencia que la pretension de encajonar el poder soberano en un único emplazamiento responde a un concepto arcaico por más que el Tribunal Constitucional parezca hacerlo suyo. La soberanía es hoy compartida y repartida; se ejerce desde ámbitos plurales, y nunca de manera definitiva. Es una cuestión abierta en función de la evolución de la sociedad y de la relación de fuerzas. Algo obvio por otra parte, se mire a Quebec, la antigua Yugoslavia, Osetia o Euskadi.
Es significativa la forma en que la prensa ha reflejado las dos sentencias que nos ocupan. Unos medios llevaban a su principal titular la decisión histórica del T.C. “que tumba la Ley de Consulta de Ibarretxe”; otros la decisión histórica de Estrasburgo “que respalda la autonomía fiscal vasca”. Aconsejo relativizar la historicidad de ambas decisiones: la historia no se detiene y, en tanto que los pueblos y las naciones son seres vivos, nunca se escribe el último capitulo.
Cantado como estaba que no iba a haber consulta el 25-O, el interés estaba en los argumentos del T.C. Las 35 páginas del texto no aconsejan un análisis precipitado y parece prudente esperar a que personas más doctas en derecho constitucional nos ilustren sobre sus implicaciones. Sólo, un par de apuntes .
El T.C. no ha querido simplemente “tumbar” la consulta con el recurso a una interpretación literal y restrictiva de la regulación legal del referéndum. Ha aprovechado el viaje para apuntalar criterios y zanjar la cuestión del ejercicio de la soberanía en España. Y para hacerlo se ha deslizado, más allá del ámbito estrictamente jurídico, a una interpretación política de la iniciativa del Lehendakari que va más allá de lo que el propio texto de la Ley de Consulta “literalmente” dice. Como dice Onega, el T.C. declara ilegal “toda consulta que suene a autodeterminación” Rechaza así no sólo la consulta misma, sino la intención política que le atribuye de abrir un proceso de revisión del marco constitucional vigente de manera subrepticia, esto es, constituyendo a Euskadi, a través de la consulta, en sujeto político separado del sujeto político español. Fuera ésa o no la intención del Lehendakari, no es eso lo que la Ley de Consulta pone sobre la mesa y tampoco parece que el cometido del T.C. sea enjuiciar intenciones.
El T.C. tenía la oportunidad de abrir el concepto de la democracia participativa con una interpretación creativa de la Constitución, pero ha optado por la más restrictiva. Me permitirá el lector que exprese mi sana envidia de la actitud tan distinta del Tribunal Supremo de Canadá en el referéndum de Quebec. Ante las aspiraciones enfrentadas que tenía que conjugar con el texto constitucional de Canadá echó mano, para tratar de dar cauce a la expresión de la voluntad popular, de criterios democráticos anteriores y superiores al propio ordenamiento jurídico vigente y abrirlo así a una interpretación expansiva..
Si el T.C. ha dado la de cal, Estrasburgo nos ha dado, al parecer, la de arena. Reconoce que nuestra capacidad de actuación fiscal diferenciada es, en teoría, compatible con la normativa europea, y remite para su convalidación en la práctica a los tribunales españoles, en primer lugar al Superior Vasco, para que determinen si en el caso concreto se cumplen tanto la normativa comunitaria como la propia del Concierto Económico, y vigilen que no haya ayudas de Estado de hecho a través de transferencias compensatorias del Estado escondidas en la estimación del cupo.
Quienes fueron a Luxemburgo con la esperanza de tumbar el Concierto han salido trasquilados, pero eso no garantiza a nuestro régimen fiscal un camino de rosas. Su ejercicio dista de estar blindado, ni ante futuros recursos a los tribunales --la Rioja ya ha anunciado el siguiente--, ni ante una opinión pública española muy sensibilizada por el “agravio comparativo” que supone nuestra privilegiada situación a la hora del gasto público. La crisis y la insistencia de que somos la Comunidad Autónoma, entre las de mayor renta, que menos contribuye a la solidaridad interterritorial, tampoco nos granjean simpatías. Cataluña, que ya reclamaba un Concierto, puede hacerlo más abiertamente ahora que Europa lo convalida como régimen fiscal compatible. De sobra sabemos que el espíritu de emulación entre las Comunidades Autónomas es contagioso, por lo que el Estado se cuidará de acotar más que de ampliar la interpretación de nuestra autonomía fiscal.
Quizás por eso nos llueven ya consejos apremiantes para que no se nos suba la sentencia de Luxemburgo a la cabeza, y hagamos del Concierto un uso moderado, sin intentar apurar sus límites. No sé si con estos consejos, viniendo de quienes vienen, tratan también de acotar de antemano el discurso electoral del Lehendakari y evitar que presuma, ante el empeoramiento de la crisis en España, de la mejor situación relativa de Euskadi que no sería tanto mérito del Gobierno cuanto del Concierto.
También de la sentencia de Estrasburgo extraen un recado para “la obstinación” del Lehendakari con la consulta: demuestra que podemos acudir a Europa “cuando tenemos caso”. Lo que “evidentemente” no ocurre con la consulta. Que pronostiquen el menosprecio europeo a la denuncia vasca no impide que Madrid blanda la sentencia del T.C. para animar a que Ibarretxe y el PNV la paguen también aquí. ABC arengaba el viernes a que “cancelada la consulta”, ahora toca una acción política que penalice al PNV en las urnas por su deslealtad permanente hacia el Estado. Parece que esa consulta si les gusta, y dictarnos la respuesta todavía más.

Oveja negra

Oveja (negra) que bala:
Pepe Romero. Colectivo Malatextos

Amadeu Casellas lleva más de 22 años en la cárcel por haber expropiado durante los años 70 y 80 en distintos bancos un dinero que siempre puso a disposición de trabajadores organizados en peleas sindicales. Ahora se encuentra pagando por ello una concatenación de condenas que, a todos los efectos, supone cadena perpetua, ya que ni el tercer grado le otorgan. Para exigir esto último o la refundición de condenas, que significaría su puesta en libertad, ha decidido ser oveja (negra) que bala (denuncia) a costa de perder el bocado, es decir, hacer huelga de hambre indefinida, desde el día 22 de junio.
A Amadeu le habría salido mejor, carcelariamente hablando, quedarse con el vil metal, al estilo Dioni ya que de esta forma probablemente ahora, con esta justicia tan ciega, disfrutaría de libertad y de posibles. Pero escogió un camino más difícil y honrado, una senda de dignidad y subversión, que continuó una vez en la cárcel en forma de tenaz resistencia a todas las injusticias que ha visto y vivido durante estos largos años de prisión, como los abusos y arbitrariedades para con los presos, el régimen de excepción FIES (ficheros internos de especial seguimiento), sistema penitenciario corrupto, dispersión ...
Su condición de huelguista hace recordar inevitablemente a otro más celebre, que aún denostado social y oficialmente, ha obtenido un mayor eco político y mediático, o por lo menos ha conseguido dar mayor dimensión a su situación. La liberación de Amadeu no molestaría a nadie, siquiera al reducido colectivo de banqueros que, por otra parte, se pueden ver resarcidos con todas las hipotecas y comisiones con las que asedian a los trabajadores. Pero con no molestar ni causar perjuicio a nadie, no llega. Tampoco parece que su firme determinación tenga poder alguno para mover las rotativas o para convertirse en patata caliente para quienes acostumbran desde los despachos a proteger sus réditos electorales. Lamentablemente estamos más que acostumbrados a ver cómo, según coyunturas y conveniencias del momento, se trate un mismo fenómeno con distinto interés. El que nos ocupa, el de un activista libertario, no es en absoluto el único caso que cae en el olvido de forma injusta e inhumana y cabe recordar situaciones como las de Aramburu (comunista), Barandalla (independentista abertzale), o del anónimo preso común que sufre condena en condiciones de enfermedad grave, etc, ...
La arbitraria situación que atraviesa Amadeu, que responde sin duda a una decisión política, sólo será susceptible de cambiar con el apoyo y denuncia de quienes pensamos que hoy, como siempre, se paga más pena por cuestionar el orden de las cosas que por las divisas sustraídas. Si no, que pregunten a cualquier político corrupto y malversador que, de forma extraña, haya sido juzgado. ¿Hay alguno de estos en la cárcel?