Cada uno en su sitio. Mariano Ferrer

Las piedras del camino

Cada uno en su sitio

Salí de ver “Todos estamos invitados” con el alma hecha un nudo. Si los vascos nos merecemos esa película, nos merecemos cualquier cosa. Incluido que resucite Franco y vuelva a poner en vigor el edicto de las provincias traidoras. Acepto el mensaje que la película quiere transmitir y lo respeto. Me molesta que lo haga tan mal. Que el drama real que quiere ponernos ante los ojos no haya merecido una documentación adecuada, un guión trabajado, unos diálogos verosímiles, unos personajes creíbles. De la trayectoria de Gutierrez Aragón podía esperarse que hubiera aprendido hace tiempo que ni un novelista puede aburrir para describir el tedio de la existencia, ni puede un cineasta, para contar crímenes de la vida real, cometer otro cinematográfico. Se aprecia que ha rodado la película con la despreocupación de quien sabe que en este asunto hay barra libre, dispensa para la brocha gorda, al triste precio de convertir la tragedia que se nos invita a compartir en caricatura que incita al desdén.

Supongo que otros ojos habrán visto esta película de otra forma, arrastrados, y conmovidos, por el drama humano que pretende reflejar, pero defenderé contra viento y marea que la profunda herida social que las víctimas de ETA suponen merece otro tacto si buscamos de veras la empatía. Quiero decir que para hacer justicia a unos, no es preciso cometer injusticia con otros. Lo pensaba al salir de “Todos estamos invitados”, como lo había pensado días antes al escuchar las palabras de Ana Iribar cuando, invitada a tomar la palabra en el homenaje del Parlamento vasco a su marido asesinado, pidió que se trasladara la Lehendakari su más sincero desprecio por “la deslealtad, hipocresía y cobardía” con la que actúa en contra de las víctimas del terrorismo. Amargo reproche, amplificado después por María San Gil al calificarlo como un ejemplo de dignidad, coraje y valentía cívica que marca el camino a seguir, cómo y qué cosas hay que decir. Tres días más tarde, Jorge Martínez Reverte, partícipe asimismo en “Corazones de hielo”, un documental sobre las víctimas de ETA, recogía el recado para afirmar que el reproche de Ana Iribar le parecía normal porque el Lehendakari es una de las personas que ha demostrado más insensibilidad hacia las víctimas del terrorismo.

Pues bien, tal acusación, la haga Ana Iribar, María San Gil, Jorge Martínez Reverte, Agamenon o su porquero, es una infamia. Y la intervención de Ana Iribar en sede parlamentaria no ha tenido por parte del nacionalismo institucional la respuesta que merecía. Se puede argumentar que lo que han sufrido y sufren las víctimas justifica cualquier cosa que digan. Si es para reflejar su dolor o, si así lo prefieren, su rabia, por supuesto. Pero no cuando se falta a la verdad. Comparto plenamente que hay que poner a las víctimas en el sitio que merecen y que nuestra sociedad en su conjunto ha tardado mucho en asumir su déficit de solidaridad hacia ellas. Pero creo igualmente que también las víctimas deben saber estar en su sitio. Insultar al Lehendakari en un acto público de homenaje a las víctimas de ETA organizado por el Parlamento Vasco, no lo es. Y ni el Gobierno vasco ni el Parlamento debieran aceptarlo como una partida de la deuda de nuestra sociedad hacia las víctimas.

Saldar deudas no es fácil. Zapatero lo ha intentado al formar el nuevo Gobierno, como antes Rajoy al nombrar portavoz del grupo parlamentario. Una deuda histórica con las mujeres a las que tanto cuesta hacerles el sitio que les corresponde en la política. Aunque ahora Zapatero hubiera forzado la mano por meras razones de imagen, puede ser lo mejor del nuevo Gobierno como ha intuido Esperanza Aguirre. El florilegio de las reacciones a los nombramientos es extenso. Quien creyera haberlo ya oído habrá comprobado que siempre es posible subir el listón: batallón de modistillas... tienen poco que ver con el mérito y la excelencia... Soraya la jefa de pista del circo de los muchachos no se puede quejar de la sobredosis de pitorreo con la que ha sido recibida... capricho de papaíto Rajoy...ministras inexpertas y novatas... para abastecer de tías a su gabinete, Zapatero ha tenido que buscarlas debajo de las piedras y crear ministerios chorras (sic)... feministas españolas haciendo política de florero, encantadas de servir y adorar a Zapatero...

Decía la Cope cuando Rajoy designo a su equipo que ver cómo lo festejaba el entorno mediático del PSOE daban la medida del error cometido. Si eso es así, podemos deducir, a la inversa, que la mala uva con que los medios adictos al PP han acogido el nuevo Gobierno da la medida de su acierto. Nada les ha atacado los nervios como el nombramiento --por mujer, catalana rojiverde y embarazada-- de Carme Chacón, elección elevada a categoría de provocación al ejército y de riesgo nacional caso de concurrir una emergencia militar con la baja por maternidad, pero también, independientemente de su embarazo, porque supone entregar los otrora gloriosos ejércitos españoles a los separatistas del PSC... para convertirlos en el unificado Exercit del Tinell que garantice, por la fuerza si es preciso, el cambio de régimen que liquidará la Constitución.

¿Sólo palabras que se lleva el viento? ¿O también autorretrato, como el de “El País” tratando infantilmente de tapar el marrón del trasvase a Barcelona, el martes con un titular más propio de un tabloide sensacionalista que de un “periódico de referencia”, sobre las ambiciones de Esperanza Aguirre, y el miércoles con el cabreo de los pesos pesados agraviado del PP? Ha dado mucho juego el esfuerzo por vestir al trasvase de lagarterana con eufemismos (minitrasvase, transferencia, conexión en red, transfusión puntual, trasvase con embudo, interconexión, cesión de derechos...) pero a la hora de jugar con las palabras y, lo que es peor, con los conceptos jurídicos, nadie como los jueces supremos. Auténticos magos. Nada por aquí, nada por allá, pero si hay que librar a uno del banquillo aparece la doctrina Botin y, cuando hay que sentar a otros, se escribe la doctrina Atutxa. Si de lo que se trata es de poner a cada uno en el lugar previamente asignado por razones ajenas al derecho, no hacen falta jueces, bastan acomodadores.

Mariano Ferrer